«Querer es un goce» [1] que en una mujer ocasionalmente puede tomar la forma de un capricho, de una «voluntad fuera de la ley». Allí donde la ley trata de frenar la voluntad, el capricho aparece de repente, fuera de las cadenas del razonamiento. Desde una ruptura con toda relación causal, surge un enunciado fuera de la razón, «que merece ser denominado objeto a, capricho-causa de lo que ha de hacerse” [2]. Este enunciado se hallaría desprovisto de la articulación que vincula objeto y sujeto en el fantasma. En este caso, se trataría más bien de una alianza con la pulsión, de «una voluntad propiamente acéfala» en la que el sujeto desaparece, en la que la enunciación no tiene su lugar.
Como D. Holvoet anticipa en su argumento, es preciso que «el deseo recubra un querer gozar” pasando esta voluntad de gozar al significante, una cadena significante que diría algo sobre el sujeto y escribiría una trayectoria de un enunciado a una enunciación.
En su última novela, Nathalie Kuperman [3] nos lleva al corazón de los virajes maternos que desconciertan a Agathe, una niña de 11 años, a la que su madre lleva por un antojo a la orilla del mar unos días antes que finalice el curso escolar: «la manera en que me anticipó este hermoso viaje me puso la piel de gallina». Desde pequeña salamandra hasta macarrón recocido, a Agathe se la etiqueta con pequeños apodos que la designan según el estado de ánimo materno, pasando de objeto de adoración a objeto sobrante. Esta «excrecencia, esta pequeña bestia devoradora», que tras «desprenderse del cuerpo de la madre» le abrió un abismo sin fondo, tuvo que crear una fixión sin el apoyo de una transmisión significante.
Este número de Ombilic cuestiona con precisión la esencia de la filiación sobre la cual Lacan nos dice que se encuentra «en la manera en que se presentaron los deseos en el padre y en la madre, es decir, en que ellos han efectivamente ofrecido al sujeto el saber, el goce y el objeto a. Consiguientemente, esto debe incitarnos no solo a explorar la historia del sujeto, sino el modo de presencia con el que se le ofreció cada uno de los tres términos.” [4] Al poner en juego estos tres términos, Lacan nos invita a deprendernos de lo imaginario con el fin de centrarnos en cómo el pequeño sujeto va a servirse del saber para cernir el goce. Como nos dice Daniel Roy, se trata de «ampliar el campo del saber, de la ficción para que se inscriban trozos de real y, por otro lado, liberar el objeto, separarlo para que se condensen hilos de goce» [5].
Traduction : Donato Bencivenga
Revisión : Itxaso Muro
Fotografía: ©Nikonografik – Instagram
Bibliografía
Lacan J., El seminario, libro 4, La Relación de Objeto (1956-1957), Buenos Aires, Paidós, 1994 (2008), p.102-103.
[1] Miller J.-A., “Teoría del capricho”, Revista Enlaces (2000), Nº 6, Buenos Aires, ICdeBA, 2001, p. 6-12.
[2] Ibid.
[3] Kuperman N., On était des poissons, Paris, Flammarion, 2021.
[4] Lacan J., El Seminario, libro16, De un Otro a otro, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 302.
[5] Roy D., « La famille : ses dangers, ses ressources », La petite Girafe, n°24, septembre 2006, p. 57.