Una pareja de hace tiempo
En nuestra época, como vemos repetidamente, la procreación es concebida como separada o no necesariamente conectada con un acto sexual. También vemos una práctica creciente de encuentros sexuales destinados a ser contingentes, bajo ninguna relación con el amor, la ilusión, o la desilusión, de ser dos. Lo que originalmente parecía estar unido se ve ahora separado.
Esta separación ha sido posible gracias a la ciencia y ha sido impulsada por el hecho de que ya no existe una opinión común sobre las mejores maneras de disfrute de los cuerpos. Incluso, el cuerpo mismo ya no muestra ninguna pertenencia a un grupo sexual. Masculino y femenino son conceptos sumamente líquidos.
Hace mucho tiempo, en los comienzos del monoteísmo, un relato fue contado –a partir de entonces inscripto y sellado en la Biblia– sobre lo que es la mujer y el hombre, en tanto animales parlantes, en tanto humanos. El Génesis reúne a todos los animales, incluidos nosotros, como creados en dos sexos diferentes (Gen, I-27). Sin embargo, incluye luego, una elaboración del hecho de que para estos animales especiales que hablan, la cuestión de los dos sexos es un poco más complicada, y necesita una explicación.
Así, encontramos a Adán por su cuenta (Gén. II-18), creado como Uno solo y, de acuerdo con la apreciación de Dios, sufriendo por su soledad. Frente a este problema, habiendo ya presentado a Adán todos los animales del Jardín del Edén, y viendo que ninguno de ellos era una solución posible, Dios creó a Eva, de la costilla de Adán, como una ezer kenegdo, una ayuda idónea contra él.
Más de una vez es mencionada por Lacan en el Seminario 23 la expresión “ayuda contra”. La primera vez, describe su punto de partida: “Parto de mi condición,” cuando le da al hombre, no una “ayuda para él”, sino que una “ayuda contra él”. [1]
La segunda vez, está respondiendo a una pregunta, planteada por escrito, sobre el analista como «ayuda contra». Lacan dice: “El psicoanalista es una ayuda que puede considerarse como una inversión de los términos del Génesis, puesto que además el Otro del Otro es lo que acabo de definir hace un instante como ese agujerito”. [2] Este agujerito puede servir de ayuda, afirma, ya que la hipótesis del inconsciente implica al Nombre del Padre. Solo “se puede prescindir de él con la condición de utilizarlo”. [3]
Cuando la Biblia trató de imaginar, de pensar la relación lógica entre estos dos, utiliza el nombre del padre, es decir, el lenguaje. Primero, el propio Adán afirmó que aceptaría a la mujer como su ayuda idónea contra, porque esta vez, a diferencia de cuando se le presentaron los otros animales, ésta es hueso de sus huesos y carne de su carne, por lo cual debe llamarse mujer.
Ahora bien, ¿cómo podría un cuerpo gozar de otro cuerpo y separarse del goce auto erótico? ¿Qué es lo que habilitaría así el deseo de otro cuerpo? ¿Qué es lo que habilitaría la erótica? La mejor solución entonces parecía ser la que inventó Dios: la mujer sería una ezer kenegdo, “ayuda idónea contra él”. Kenegdo, “contra él”, ha dado lugar a muchas interpretaciones.
Jacques-Alain Miller menciona ciertos puntos de vista de algunos rabinos que separan la “ayuda” del “contra él”. La mujer será de ayuda para el hombre si él lo merece, y estará en su contra si no es justo o merecedor. Premio o castigo.[4]
Un rabino me ayudó a buscar una interpretación que no opusiera ambas partes de ezer kenegdo. Encontró para mí que Ramban la lee como portadora de ambas cualidades: la ayuda debe estar contra él, frente a él. Al poder verse, se separan y se juntan cuando quieren. [5] Esta lectura de Ramban incluye los movimientos del deseo. Kenegdo puede leerse también en su significado de «contra él» en desacuerdo o controversia. La mujer ayuda y está en desacuerdo.
Sabiendo que no hay relación sexual, en tanto el hecho biológico del macho y la hembra no rige en la vida del cuerpo hablante, podemos ver el «contra él» como el sinthome que habilita abandonar el goce auto-erótico, exclusivo del propio cuerpo, y permite las ilusiones del amor.
Ya que habitar ambos en el lenguaje quiere decir equivalencia, [6] por lo tanto no-relación sexual, es a través del lenguaje que los humanos inventan su propia manera de poder gozar del propio cuerpo a través de otro cuerpo. Y esta es la ventaja de la invención de la mujer como sinthome. Ayuda idónea contra él.
Traducción: Andrea Serrano Ceppi
Revisión: Luciana Fracchia Sardi
Fotografía: ©Véronique Servais
[1] Lacan, J., El seminario 23: el sinthome. 1° ed. Buenos Aires: Paidós, 2006, p. 31.
[2] Ibid., p.133.
[3] Ibid.
[4] Miller, J.-A, “Notas paso a paso”, en Lacan, J., op. cit., p. 235-236.
[5] Nachmanides, “On Genesis 2.18”, https://www.sefaria.org/Ramban_on_Genesis.2.18?lang=bi
[6] Lacan, J., op. cit., p. 97.