El congreso Pipol 10 nos propone explorar su tema “Deseo de familia y clínica de las filiaciones” y abordará lo que la ciencia aporta como transformación para cada uno. Mientras tanto, en este Edito, les propongo avanzar hacia la ciencia-ficción y lo fantástico. Epiphania[1]es una secuela de tres comics realizados por Ludovic Debeurme, autor prolífico y sensible al psicoanálisis. En un formato más clásico que habitualmente, nos ofrece un cuento que comienza y se termina con la cuestión del alumbramiento. El título, Epiphania, recuerda el término “Epifanía” que celebra la venida al mundo del niño considerado por los cristianos como la encarnación de Dios y que designa igualmente, nos dice Wikipedia, “la comprensión repentina de la esencia o de la significación de algo”. En definitiva, el nacimiento es el fulgor del efecto de sentido.
El primer tomo de Epiphania comienza con David, cuya pareja, Jeanne, está a punto de dar a luz. Cuando llega al hospital, no hay personal sanitario– está solo frente a ella y el niño por nacer. Petrificado ante la visión de aquel que viene al mundo, lo vemos en la viñeta siguiente con un bebé en brazos, cuyos trazos son muy extraños. Era una pesadilla, recurrente, que esta vez despierta a David poco antes de que los acontecimientos pre-apocalípticos sobrevengan. Unos meteoritos alcanzan la superficie de la Tierra, provocando tsunamis de los cuales la pareja de David será victima. De estos acontecimientos, emergen de la Tierra, que se volvió fecunda, unos pequeños seres de nuevo género, mezcla de humano y de otros mamíferos – los mixbodies. Una de estas extrañas criaturas crece en el jardín de David – se parece mucho a la de sus pesadillas. No sabiendo si “abortarla”, finalmente decide, frente a la mirada de esta y el sufrimiento de este pequeño cuerpo, adoptarla, dándole un nombre: Kojiko.
Hélène Bonnaud señala: “La paternidad no fue nunca cierta pero el acto de reconocimiento del niño como propio venía a garantizar un acto del padre, que está contradicho desde hace algún tiempo por el saber científico. El padre genético desaloja al padre simbólico, y esto tiene repercusiones en la construcción misma de los vínculos familiares. La ciencia llega a hacer un corte en el reconocimiento paterno. Es intrusiva ahí, y en ocasiones destruye. Verifica entonces una duda, una mentira, una herida, y constituye la paternidad como un vínculo de sangre y no de nominación. Subrayemos que todo niño, sea o no genéticamente propio, es «adoptado» tanto por su padre como por su madre. Se trata de asumir el compromiso de responsabilizarse de él, de convertirse en sus padres.”[2]
Aquí, no hay dudas, David no es su padre genético. No solamente adopta Kojiko, sino que este último lo reconoce como su padre, al punto de desmentir lo científico con el cual se topa y que afirma que el “odio de los humanos” está genéticamente programado en el ADN de los mixbodies. En este cuento cautivador, L. Debeurme desarrolla el recorrido de un padre que no cede ante su deseo de ser padre frente a la alteridad radical de su hijo y de un hijo que intenta construir su lugar en el mundo.
Del padre, de eso hablaremos en este nuevo conjunto de Ombilic que, a partir de hoy, ofrecerá la posibilidad de descubrir cinco artículos. En su texto “Mal de padre”, Chantal Bonneau retoma el libro de Patrick Modiano, premio Nobel de literatura, donde describe el imposible encuentro con su padre.
Podemos también descubrir la entrevista de la jueza Guenoveva Ilieva en Bulgaria, quien desde hace nueve años lleva a cabo procesos civiles en la corte de Varna en torno a los derechos parentales y las medidas de protección de los niños. De la ley, se hablará también en el texto de Martine Revel acerca de la ley francesa relativa a la interrupción voluntaria del embarazo.
Karagianni Despina nos propone, para continuar el tour por Europa, una reflexión que nace de su trabajo en tanto directora clínica de un centro de día en Grecia, destinado a mujeres durante el periodo perinatal.
Para volver al tema del Edito, también encontraremos en este envío de Ombilic 18 un texto de Sophie Lecocq-Simon titulado “Traer al mundo a un extraño”, y que propone una lectura del libro de Amandine Dhée, La femme brouillon. Esta, nos dice S. Lecocq-Simon, “cierne de manera magistral que las figuras del extraño son, antes que nada, asunto de subjetividad y demuestra cómo son barridas debajo de la alfombra de lo íntimo de lo cotidiano, en este caso, en la de una futura, y después joven madre”.
Fotografía: ©Emmanuel Kervyn – https://www.emmanuelkervyn.com
[1] Debeurme L., Epiphania, t. 1, 2 & 3, Bruselas, Casterman, 2017-2019.
[2] Bonnaud H., El inconsciente del niño, del síntoma al deseo de saber, Barcelona, RBA Libros, 2018, p. 31-32